Con estructura de alcoba, en esta habitación acostumbraba a dormir la maestra del pueblo. La parte destinada a albergar la cama se separaba del resto con una cortina, de manera que la sala con pavimento blanco y negro se podía convertir en aula improvisada en caso de necesidad sin comprometer la intimidad de la profesora. Así, en días de lluvia se evitaba a los chavales tener que desplazarse (las clases se acostumbraban a impartir en la ermita) y podían reunirse en este espacio de
Casa Rubira para aprender la lección.
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